Infidelidad en la Pareja

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Quien se encuentra en una situación de infidelidad o la ha vivido, esporádica, incipiente o duradera… bien sabe que esta situación es una caja de Pandora que encierra fuertes emociones difíciles de controlar.

En la mayoría de los casos, la persona infiel sufre una “coctelera” de sensaciones mezcladas con adrenalina, sentimientos de ilusión, pasión, culpa, miedos, incertidumbre…

Si la infidelidad es descubierta, se crea entonces una quiebro en uno de los pilares fundamentales para la pareja, la confianza. Es entonces cuando aparece un tsunami de frustración, ira, depresión y posibilidad de ruptura… dependiendo de cada pareja.

¿Por qué se es infiel?

Como cada caso es único, quizás lo acertado para responderse a esta pregunta sería en primer lugar responderse a esta otra… ¿Qué era lo que antes me empujaba a ser fiel? Claro está, habrá personas que se respondan “es que nunca lo fui”, es por ello que quizás habría que hacer un análisis de que es lo que realmente nos llevo siempre a ser fieles (o a nunca serlo).

El valor que le damos a la fidelidad, no es el mismo para todas las personas.

Tengamos en cuenta, que hay personas para las que un compromiso emocional, no implica una exclusividad sexual, son valores que bien recibieron culturalmente o tomaron como ejemplo desde la infancia.

Hay quienes deciden permanecer en fidelidad por un acuerdo de compromiso con su pareja, porque realmente así lo desean y lo sienten, el amor y confianza hacia el otro, es el valor que prevalece.

Pero en muchos casos, puede existir tal acuerdo, pero lo que les invita a no romperlo son otras causas, como por ejemplo, el temor a ser descubiertos, los sentimientos de culpa, el hecho de romper un estado de confort o simplemente, el saberse lo no suficientemente fuertes como para soportar el sufrimiento que pueda sobrevenir. En este segundo caso, hablamos de una fidelidad más forzada que deseada.

Causas, tipos y consecuencias

Existen tantas causas como personas para el hecho de cometer una infidelidad, pero en rasgos muy generales, podríamos quizás resumirlas en estos cuatro grupos (agrupando perfiles y causas):

Por vanidad. Es el prototipo de persona “conquistadora” . Son aquellas necesitadas de alimentar continuamente su autoestima. Necesitan gustar y tienen un elevado auto concepto de sí mismas. En mucho casos, más que sentirse tentadas por un deseo sexual, les mueve más la vanidad, el sentirse valoradas, admiradas y deseadas. Para estas personas las conquistas suponen un incremento en su valía (les suman puntos) y no desean implicarse emocionalmente más de lo necesario. No suelen ocultarse demasiado y el sentimiento de culpa se desvanece en no mucho tiempo.

Les mueve el instinto del placer. Para estas personas, el satisfacer sus instintos primarios, está por encima de cualquier compromiso. Buscan el placer inmediato, dejándose llevar por la ilusión y excitación del momento, sin pensar muy detenidamente en un principio en las posibles repercusiones. Suelen excusarse en frases del tipo “ojos que no ven…” “solo es sexo..” “todo el mundo lo hace…”. Estas personas si suelen más adelante tener sentimientos de culpa y abatimiento, pero inmediatamente dan paso a su siguiente necesidad más urgente… “no ser pillados”. Realmente, es posible que estas personas no estén preparadas o sean lo suficientemente maduras para aceptar un compromiso que implique la monogamia, lo cual no impide que pudieran mantener parejas estableciendo otro tipo de compromisos o con otras “reglas de juego”.

Estas personas viven con intensidad y pasión sus romances. Centran su foco de atención plenamente en esa “persona nueva”, pudiendo repercutir negativamente en el resto de facetas de su vida.

Por aburrimiento o rutina. Hay personas de las cuales, pocos podrían imaginar que son protagonistas de una infidelidad. Personas que se mantuvieron fieles en pareja durante años. La rutina y en muchos casos la desidia, comienza a hacer mella en ellos. Es entonces cuando comienzan a replantearse sus vidas y a cuestionarse ciertas cosas. En esta situación de inestabilidad personal, puede darse la oportunidad de vivir algo excitante, que rompa las reglas. Ante la curiosidad de experimentar nuevas sensaciones o recuperar una ilusión, sucumben a la tentación. Para estas personas, el sentimiento de culpa es una gran carga, sufren muchísimas alteraciones emocionales y suelen acabar rompiendo con la relación infiel, para continuar con su familia y anterior pareja.

Por carencias o inestabilidad en su actual relación. Suelen ser personas que no se encuentran satisfechas en su actual situación de pareja, en muchos casos existe desamor, falta de comunicación o afecto, relaciones sexuales no satisfactorias, se sienten poco valorados, decepcionados… Es entonces, cuando de una forma consciente o inconsciente buscan apoyo en una tercera persona que les aporte todas aquellas carencias que su actual relación no puede cubrir. Es una huida hacia adelante, donde los sentimientos de culpa no son especialmente relevantes. Prefieren pensar que son fieles a sí mismos. En muchos casos, muy en el fondo, no les importaría que fuese descubierta su infidelidad, así sería una forma de romper una situación de la que no se atreven salir o se sienten atrapados.

Estas personas se implican no solo sexualmente, sino también emocionalmente en su relación oculta. En la mayoría de los casos deciden o bien intentar salvar su relación anterior (si todavía queda alguna posibilidad) o romper con la misma, poniendo su insatisfacción al descubierto.

¿Qué hacer cuando la situación de infidelidad se vuelve insoportable?

Hay que tener en cuenta, que una infidelidad, es “un juego muy peligroso” que implica un gran sufrimiento para todas las partes. Si hay familias con hijos, este sufrimiento va a ramificarse hasta ellos. Por ello, lejos de escudarse en una actitud cobarde, se debería tomar una decisión sensata lo antes posible. Pero esta decisión, no debería suponer una “resignación” o “sacrificio”, porque no sirve de nada mantener las cosas como estaban antes. Se debe de atender nuestro propio bienestar y necesidades. La búsqueda de nuestra felicidad es fundamental para que el resto de cosas y personas también estén bien, ya se tome un camino u otro.

Por tanto, entre todo el entramado de emociones, lo lógico sería tomarse un tiempo para hacer un análisis profundo de la situación.

La persona infiel debería concederse un espacio de introspección, para analizar la relación de pareja estable que mantuvo hasta ahora. Sopesar los puntos positivos y negativos, ver si existe todavía amor, confianza, dedicación… y en definitiva, ver que nos aporta esta pareja. Por otro lado, sincerarse y poner sobre la mesa en qué grado somos responsables de haber llegado a esta situación.

Respecto a la persona nueva que entró en nuestra vida, valorar hasta qué punto la hemos idealizado, o quizás, puede que realmente si sea una persona adecuada para nosotros. No debemos dejarnos llevar por esa primera impresión o ilusión, adentrándonos en otros factores como su personalidad, sus valores, cultura, forma de vida, condiciones familiares…etc. Es posible que realmente esta persona nos merezca la pena o quizás, ha sido únicamente el detonante, para sacar a la luz todo el malestar o carencias que había en nuestra anterior relación o incluso en nosotros mismos.

La decisión que tomemos, bajo ningún concepto debería basarse en un miedo a quedarnos solos, sin una u otra opción. Quizás en muchos casos, el permanecer un tiempo solo es precisamente lo que necesitamos, para poner en orden nuestras ideas y hacer las paces con nosotros mismos.

Existen tantos casos y particularidades, que resulta complejo acomodarse a unas pautas generales. Es por ello que en estas situaciones, debemos contemplar al detalle una gran cantidad de variables, de una forma única y personalizando al máximo.

Para hacer este tipo de reflexiones, sacar conclusiones y llevar a cabo este duro proceso, es posible que necesitemos una ayuda externa profesional. Si este fuera tu caso, podemos estudiarlo para ayudarte a buscar una salida a esta situación tan compleja. Te espero en mi consulta de San Bernardo, en Madrid. Cuenta conmigo.

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