Es muy probable que hayas oído hablar y puedas interesarte por temas referentes al desarrollo personal, autoestima o crecimiento personal.

Si llevas tiempo encontrándote algo revuelto, con la sensación de no aprovechar bien tu tiempo, sintiéndote culpable por repetir una y otra vez hábitos, que te apartan de tus objetivos o que sabes que no te favorecen, o incluso, simplemente, te sientes vacío, carente de metas, aburrido, infeliz… es hora de que te pares a pensar. Probablemente no estas tomando las riendas de tu propia vida, y de seguir así, no dudes que otros lo harán por ti.

Eres responsable de tu propio bienestar y de manejar tu vida.

Es muy común y cómodo dejarnos arrastrar por el sistema, por otras personas, dirigentes o no… escudarnos, en una falta de conocimiento por nuestra parte o en un miedo a equivocarnos y tener que responder por nuestros actos.

Responsabilizarte de ti mismo requiere un conocimiento, un esfuerzo y un proceso, pero es necesario y muy gratificante. Se trata de tomar conciencia de nosotros mismos y salir de esa zona de confort en la que nos movemos tan cómoda y hábilmente.

Muchas veces puedes aferrarte a hábitos, rutinas, conocimientos, creencias, que siempre diste por válidas o al menos, no del todo malas. Puede que ni te plantees dar un giro a ciertas cosas, muchas veces por miedo a perder lo que tienes o lo que eres.

Cuando llevamos tiempo, sin salir a esa zona que muchos llamarían “de peligro”, sin vivir nuevas experiencias, nuevos aprendizajes, sin relacionarnos con personas diferentes o contemplar la posibilidad, de adquirir nuevas costumbres… ocurre entonces, un empobrecimiento personal, nos apagamos.

El sentirte a gusto y satisfecho contigo mismo es fundamental para quererte, respetarte y mantener una buena relación con todo lo que acontece fuera de ti.

Debes escucharte a ti mismo, atender tus alertas interiores por muy tímidas que estas sean.

Si cuestionas y analizas tus creencias, es probable que encuentres que una parte de ellas, ni siquiera son tuyas, son adoptadas, inculcadas, prestadas… incluso, no tienen porque ser correctas, o al menos, no para ti. Piensa, que debes elaborar tus propios códigos, sin el sometimiento de satisfacer las expectativas que los demás tienen de ti. El miedo a defraudar a otras personas, a el sistema, progenitores, etc., es una gran limitador de nuestro desarrollo como personas, de nuestra individualidad.

Piensa, que a veces, es preciso encontrarnos totalmente a oscuras, para poder apreciar por donde entra la luz y hacia donde dirigirnos. Y recuerda, equivocarte es parte del aprendizaje, es legítimo, natural y te enriquece. Muchas veces, la vida no suele darnos lo que queremos, sino lo que necesitamos para aprender.

No hay ninguna relación mas sana, profunda y bella, que la que mantenemos con nosotros mismos. Por tanto, no abandones esta relación.

No te abandones.